domingo, 25 de octubre de 2009

ES LA FALTA DE AMOR LA QUE LLENA LOS BARES

Si hablo de Miguel Ángel Hernando Trillo, muchos no sabrán de quien hablo. Si digo Lichis, a alguno puede que le suene de algo, y si digo La Cabra Mecánica, muchos lo conocerán por una canción que cantó con María Jiménez o por otra que salía en un anuncio de lotería. Otro de esos cantantes y grupos a los que no se les ha hecho la justicia que merecían.
Para mí, es uno de los mejores escritores de canciones de este país. Letras atrevidas y políticamente incorrectas, mezcladas con grandes dosis de sensibilidad y crudeza callejera, de lírica canalla en la línea del mejor Sabina pero con su toque de cabra mecánica. Es el autor de frases grandiosas, entre otras la que da titulo a este post y que me parece una gran verdad.
El viernes fue su último concierto en Zaragoza con su grupo de toda la vida. Quizá vuelva, pero como telonero de Fito y Fitipaldis, ya que se va a incorporar a la gira de este. Cuando termine, volverá con su proyecto paralelo, Troublemakers, a hacer versiones de clásicos del blues, y con su siguiente reencarnación, Miguelito. Es por eso que no es un adiós. Es sólo un hasta luego.
La primera vez que los vi fue en un festival de música independiente en Coria, mi pueblo, hace unos cuantos años. Puede que unos 10. Íbamos a ver a Def Con Dos. Al resto de los grupos no los conocíamos. Por una vez en la vida, y sin que sirviese de precedente, llegamos pronto y pudimos ver a un grupo casi desconocido, con dos discos en el mercado, que nos llamo la atención.
Desde ese día, empezamos a escuchar y a interesarnos por los dos discos que tenía hasta el momento: Cuando me suenan las tripas y Cabrón. De repente, la explosión. Por una casualidad, provocada por el productor Alejo Stivel, María Jiménez se cruzó en la vida de Lichis, grabaron juntos La lista de la compra para el disco Vestidos de Domingo y triunfaron. La canción se convirtió en un hit indiscutible, aunque, para mi gusto, había canciones mucho mejores en el disco. Canciones que nos acompañaron en muchos momentos y viajes a Cádiz, especialmente en uno que nos llevo de Zaragoza a Barbate, con escala en Madrid y en ventas y tabernas de algunos pueblos de las nacionales II y IV, que duró 24 horas y que tuvo como premio al llegar un desayuno a base de Protos y delicatessen varias y, sobre todo, 5 días inolvidables con los amigos de siempre, con los sospechosos habituales que dice mi amigo el señor insustancial.
Ese año, lo volvimos a ver en la plaza portátil de un pueblo del norte de Cáceres, aunque esta vez ya sabíamos a quien íbamos a ver. Fue otra noche apoteósica de mis veranos cacereños. Coincidió su éxito con la eclosión del fenómeno OT y era curioso ver a grupos de cierto renombre batiéndose el cobre en plazas pequeñas, ya que en los pueblos más grandes se iban los chicos de Operación Triunfo. Para los aficionados, un lujo, verlos en esas condiciones. Era el año 2002.
Lo volví a ver en Zaragoza antes de su segundo momento de fama con aquella canción que hizo para un anuncio de lotería, algo de lo que creo que se arrepintió.
Tras un paréntesis, en el que dejo Madrid para instalarse en Cataluña, sacó el que, para mí, ha sido su mejor disco: Hotel Lichis. Un disco plagado de buenísimas canciones, entre las que destacan Como Penélope en la estación del AVE y Hotel Lichis.
Ayer asistí a su último concierto como grupo. No se si habrá sido la resaca post pilarista o que no tiene muchos seguidores por estas latitudes, pero no había demasiada gente (300 según el crítico del Heraldo de Aragón) con lo cual lo vimos y oímos de lujo. Y aunque no estuviésemos muchos, había representantes de rockeros, heavies, punkies, poperos, rumberos, neohippies, maduros y maduras, fans de la canción de autor, alternativos y algún inclasificado, como yo, para los que La Cabra Mecánica, o lo que es lo mismo, el Lichis, ya se ha convertido por derecho propio en parte de la banda sonora de su vida y de sus noches.
Un saludo, cosas malas.

2 comentarios:

  1. la cabra mecanica quien lo diria que se convertirian en grupo que entraria en nuestras vidas sin comerlo ni beberlo pero con una intensidad acojonante, me gusta que disfrutaras y hagas referencias a esos viajes magicos a cadiz y a esos veranos de nuestro pueblo. un dia a ver si escribes algo de nuestra adolescencia veraniega en nuestro pueblo, me gusta recordar.
    bye

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  2. ese cabrón de Lichis...ha estado con nsotros en todas partes.

    Siempre nos quedará Puerto Lápice.

    Abrazos.

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