
Apenas 3 (que la ven) estrenó el martes de la semana pasada un docureality con su posterior debate moderado por Roberto Arce. La verdad es que no me interesan nada este tipo de experimentos psicosociológicos, a excepción de “Granjero busca esposa”, que es el único que he seguido con cierto interés y que ya ha empezado su segunda prometedora temporada. Lo reconozco, tengo una parte freak bastante acentuada.
Después de dos programas, aún no tengo muy claro cual es el objetivo final del concurso. Supongo que, como en todos, irán eliminando a alguno de los participantes y los descartados, conforme vayan saliendo del colegio San Severo (menudo nombre), irán convirtiéndose en asiduos de programas de telebasura, comenzaran a liarse entre ellos, posaran desnudos en interviu junto a los de Gran Hermano o cualquiera de esas cosas que hacen los exconcursantes de estos programas.
El caso es que, aunque edulcorado, ya que ni rezan, ni les dan las tollinas que les daban antes, ni tienen al caudillo colgado en la pared (que conste que no estoy diciendo que esto sea lo correcto), me pareció un programa y una idea, cuando menos interesante por el debate que puede y debe generar en la sociedad, más ahora que está tan de moda el tema de la educación.
El debate que se generó después del programa fue bastante interesante, aunque, para variar, los que más deberían haber hablado, es decir, los maestr@s y profesores fueron los que menos tiempo tuvieron para ello. A pesar de ello y de las interesantísimas aportaciones de algunos de los contertulios, especialmente Pilar Rahola (lastima que no haya más gente como ella), lo que me quedo claro es que el mayor causante del fracaso educativo es la sociedad. Al margen de todo, me gustaría que estos canales que programan experimentos como este, abandonasen esa doble moral y dejasen de programar series del tipo “Física o Química” en la que las profesoras se lían con los alumnos, se permite todo y muestran una visión totalmente distorsionada de la realidad educativa pero que en las mentalidades juveniles provoca una confusión brutal de realidad con ficción.
Es obvio que la sociedad ha cambiado y no sólo desde el 63 hasta el 2009. Las sociedades están vivas y permanentemente cambiando, evolucionando y caminando. El problema es hacia donde esta caminando, como cambia y como evoluciona.
No pretendo defender y hacer apología de valores arcaicos pero tampoco voy a hacer apología de estos que imperan en la sociedad actual porque muchos no me gustan. Estoy totalmente a favor de los valores democráticos, de libertad de expresión, de respeto a los demás independientemente de sexualidad, razas, religiosidad o no, etc. Lo que no estoy tan de acuerdo es con los modelos que se transmiten, desde televisión principalmente, como modelos de triunfadores en la sociedad. Los nuevos iconos, que son el espejo en el que los niñ@s y adolescentes se miran, son bastante deplorables en cuanto a la imagen que transmiten. Una imagen superficial y en la que prima más lo físico que lo psíquico. La juventud ve que los cantantes, bailarines, futbolistas, actores y actrices y, en general, cualquier tipo de personaje que sale en televisión consiguen el éxito, la fama, el dinero y el reconocimiento social de una forma fácil y haciendo lo que más les gusta. No se paran a pensar en ningún momento el esfuerzo que les ha supuesto a sus iconos el llegar a donde han llegado. Sólo ven la parte más glamourosa del asunto y que aplicando una de sus máximas favoritas, mínimo esfuerzo, máximo rendimiento, piensan que pueden llegar a cumplir sus sueños. Para una juventud en pleno proceso de formación y maduración y en la que, en muchos casos, la parte de la educación que compete al ámbito familiar se delega en el televisor, los efectos son devastadores. Hoy en día, casi todos quieren ser ronaldos, bisbales, chenoas y un largo etcétera de personajes televisivos. Sólo hay que ver a los concursantes del experimento y analizar que valores son los que los mueven.
No estoy diciendo que este sea el único causante del fracaso educativo español y que sean los motivos por los que somos de los últimos en el informe Pisa. Hay muchos más. Sólo estoy mostrando uno de los aspectos que fomentan este desastre: la televisión y los modelos que transmite.
Hoy prima lo físico sobre el intelecto. Vivimos en una sociedad en la que impera la superficialidad, que es lo que se les transmite a las nuevas generaciones, y en la que se valora más el maquillaje y el aspecto exterior que el interior. Lo más importante es tener una actitud de pasar de todo y no preocuparse de lo que realmente importa, gritar muy alto cuando se tiene poco que decir, el tener todo sin dar nada a cambio o el no tener ninguna obligación pero todos los derechos. Esa perdida de ciertos valores es una realidad que vemos a diario en los noticieros, revistas, periódicos y demás medios de comunicación nacionales e internacionales. Es quizás, este el problema más grave que atraviesan las sociedades del mundo en general, por lo menos en todos los estratos sociales de este primer mundo. En el segundo y tercer mundo tienen cosas más importantes en que pensar. Esa es la perdida de valores que critico y contra la que hay luchar si queremos que haya un giro radical de la situación a nivel social y, por extensión, educativo. Una sociedad en la que gana más y goza de más reconocimiento y prestigio social un futbolista guapo que un científico o un escritor, es sintomático de que hay algo muy serio que falla.
Para colmo de males, en ciertos países desarrollados están experimentando con algo que me parece flagrante como medio para evitar el fracaso educativo: incentivar económicamente a los jóvenes si mejoran su rendimiento escolar. De momento está en prueba en algunos países. Espero que nuestros políticos, tan oportunistas, tan europeos y tan democráticos, no se suban a este carro y empiecen a plantearse la educación como algo muy serio (junto con la sanidad, los dos referentes que, para mí, indican la prosperidad de un país), que vean la necesidad de plantearse un pacto educativo a nivel nacional, sin hacer de ello uno de los caballos de batalla de los programas electorales de cada partido, consensuado por todos los partidos políticos y por toda la sociedad e inamovible durante unos cuantos años. Por lo menos hasta que en el 2063, algún programador de Apenas 4 (que serán los que la vean) decida hacer otro curso del 63.
Un saludo, cosas malas.
Después de dos programas, aún no tengo muy claro cual es el objetivo final del concurso. Supongo que, como en todos, irán eliminando a alguno de los participantes y los descartados, conforme vayan saliendo del colegio San Severo (menudo nombre), irán convirtiéndose en asiduos de programas de telebasura, comenzaran a liarse entre ellos, posaran desnudos en interviu junto a los de Gran Hermano o cualquiera de esas cosas que hacen los exconcursantes de estos programas.
El caso es que, aunque edulcorado, ya que ni rezan, ni les dan las tollinas que les daban antes, ni tienen al caudillo colgado en la pared (que conste que no estoy diciendo que esto sea lo correcto), me pareció un programa y una idea, cuando menos interesante por el debate que puede y debe generar en la sociedad, más ahora que está tan de moda el tema de la educación.
El debate que se generó después del programa fue bastante interesante, aunque, para variar, los que más deberían haber hablado, es decir, los maestr@s y profesores fueron los que menos tiempo tuvieron para ello. A pesar de ello y de las interesantísimas aportaciones de algunos de los contertulios, especialmente Pilar Rahola (lastima que no haya más gente como ella), lo que me quedo claro es que el mayor causante del fracaso educativo es la sociedad. Al margen de todo, me gustaría que estos canales que programan experimentos como este, abandonasen esa doble moral y dejasen de programar series del tipo “Física o Química” en la que las profesoras se lían con los alumnos, se permite todo y muestran una visión totalmente distorsionada de la realidad educativa pero que en las mentalidades juveniles provoca una confusión brutal de realidad con ficción.
Es obvio que la sociedad ha cambiado y no sólo desde el 63 hasta el 2009. Las sociedades están vivas y permanentemente cambiando, evolucionando y caminando. El problema es hacia donde esta caminando, como cambia y como evoluciona.
No pretendo defender y hacer apología de valores arcaicos pero tampoco voy a hacer apología de estos que imperan en la sociedad actual porque muchos no me gustan. Estoy totalmente a favor de los valores democráticos, de libertad de expresión, de respeto a los demás independientemente de sexualidad, razas, religiosidad o no, etc. Lo que no estoy tan de acuerdo es con los modelos que se transmiten, desde televisión principalmente, como modelos de triunfadores en la sociedad. Los nuevos iconos, que son el espejo en el que los niñ@s y adolescentes se miran, son bastante deplorables en cuanto a la imagen que transmiten. Una imagen superficial y en la que prima más lo físico que lo psíquico. La juventud ve que los cantantes, bailarines, futbolistas, actores y actrices y, en general, cualquier tipo de personaje que sale en televisión consiguen el éxito, la fama, el dinero y el reconocimiento social de una forma fácil y haciendo lo que más les gusta. No se paran a pensar en ningún momento el esfuerzo que les ha supuesto a sus iconos el llegar a donde han llegado. Sólo ven la parte más glamourosa del asunto y que aplicando una de sus máximas favoritas, mínimo esfuerzo, máximo rendimiento, piensan que pueden llegar a cumplir sus sueños. Para una juventud en pleno proceso de formación y maduración y en la que, en muchos casos, la parte de la educación que compete al ámbito familiar se delega en el televisor, los efectos son devastadores. Hoy en día, casi todos quieren ser ronaldos, bisbales, chenoas y un largo etcétera de personajes televisivos. Sólo hay que ver a los concursantes del experimento y analizar que valores son los que los mueven.
No estoy diciendo que este sea el único causante del fracaso educativo español y que sean los motivos por los que somos de los últimos en el informe Pisa. Hay muchos más. Sólo estoy mostrando uno de los aspectos que fomentan este desastre: la televisión y los modelos que transmite.
Hoy prima lo físico sobre el intelecto. Vivimos en una sociedad en la que impera la superficialidad, que es lo que se les transmite a las nuevas generaciones, y en la que se valora más el maquillaje y el aspecto exterior que el interior. Lo más importante es tener una actitud de pasar de todo y no preocuparse de lo que realmente importa, gritar muy alto cuando se tiene poco que decir, el tener todo sin dar nada a cambio o el no tener ninguna obligación pero todos los derechos. Esa perdida de ciertos valores es una realidad que vemos a diario en los noticieros, revistas, periódicos y demás medios de comunicación nacionales e internacionales. Es quizás, este el problema más grave que atraviesan las sociedades del mundo en general, por lo menos en todos los estratos sociales de este primer mundo. En el segundo y tercer mundo tienen cosas más importantes en que pensar. Esa es la perdida de valores que critico y contra la que hay luchar si queremos que haya un giro radical de la situación a nivel social y, por extensión, educativo. Una sociedad en la que gana más y goza de más reconocimiento y prestigio social un futbolista guapo que un científico o un escritor, es sintomático de que hay algo muy serio que falla.
Para colmo de males, en ciertos países desarrollados están experimentando con algo que me parece flagrante como medio para evitar el fracaso educativo: incentivar económicamente a los jóvenes si mejoran su rendimiento escolar. De momento está en prueba en algunos países. Espero que nuestros políticos, tan oportunistas, tan europeos y tan democráticos, no se suban a este carro y empiecen a plantearse la educación como algo muy serio (junto con la sanidad, los dos referentes que, para mí, indican la prosperidad de un país), que vean la necesidad de plantearse un pacto educativo a nivel nacional, sin hacer de ello uno de los caballos de batalla de los programas electorales de cada partido, consensuado por todos los partidos políticos y por toda la sociedad e inamovible durante unos cuantos años. Por lo menos hasta que en el 2063, algún programador de Apenas 4 (que serán los que la vean) decida hacer otro curso del 63.
Un saludo, cosas malas.
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