
En Mañolandia vivimos los días previos a las fiestas del Pilar. Las calles se inundan de carteles que anuncian conciertos, festivales, la revista de Marianico el Corto (habitual en estas fiestas con sus espectáculos 100% costumbrismo aragonés y que este año lleva por titulo Un maño en Nueva York) y demás eventos que durante estos días se van a celebrar en esta parte de España.
Entre todos ellos, uno de los que más me llama la atención desde pequeño son los de los circos. Durante muchos años sentí verdadera fascinación por el ligre, capricho de la naturaleza o de la mano del hombre mezcla de león y tigre. Este año ha sido el no va más: el oso humano. Otro capricho, este creado por la mano del hombre, que rompe, según los promotores del circo mundial, con toda la teoría de la evolución y tira por los suelos todos los trabajos de Darwin.
Esta claro que muchos humanos se comportan como animales. Se puede decir que no sólo venimos del oso. Dependiendo del momento y de la situación, podemos comportarnos como lobos, cerdos, ratas, pavos, burros, monos, hienas, buitres, osos y prácticamente como cualquier animal que existe sobre la tierra. Pero sólo nos comportamos como ellos en lo malo y en sentido peyorativo la mayor parte de las veces. La diferencia es que en ellos es instinto. En nosotros, animales superiores y evolucionados donde los haya es un comportamiento consciente y que a lo único que nos conduce es a crear situaciones comprometidas, aberrantes y un largo etcétera de adjetivos, en la mayoría de los casos, con connotaciones negativas. E insisto, lo que en ellos es instinto en nosotros es idiosincrasia.
Las cualidades por las que Tima, que así se llama la osa, tiene comportamiento humano son variadas. Me cuenta una amiga que el otro día en el Corte Inglés la vio subiendo las escaleras mecánicas hacia la planta de niños, flanqueada por dos payasos de su circo y su domador, seguidos por un grupo de manifestantes anti maltrato animal y de la policía que intentaba disolver la manifestación. Allí además hizo una exhibición de sus cualidades que son entender 180 palabras (más de las que pueden entender muchos humanoides), saltar, bailar el hula hop, tocar la trompeta y hacer un corte de mangas. Imagino el calvario por el que pasaría el pobre oso. La duda que me asalta es ¿quién es más “animal” en toda está situación?. Está claro que el plantígrado no. Como veis, utilizamos la expresión hacer el animal cuando hacemos verdaderas barbaridades y nos excedemos en algo. Sinceramente no veo mucha relación con el comportamiento animal.
Me preocupa el maltrato animal en todas sus vertientes. No entiendo que placer hay en hacer sufrir y maltratar a un ser que es capaz de sentir y sufrir como la mayoría de nosotros, a pesar de lo que digan muchos defensores de tan nobles artes como la caza o los toros. En muchos casos, esos animales tienen unos sentimientos más nobles de los que tienen muchas personas. En algunos circos, aunque el maltrato sea inexistente, el proceso que ese animal ha sufrido para eliminarle su instinto es brutal. En Rusia, por ejemplo, y lo he visto con mis propios ojos, a los osos precisamente les dan vino malo desde pequeños en grandes cantidades para emborracharlos y que se estén quietos y adormecidos para poder hacerse fotos con los turistas, lo que les supone una buena cantidad de rublos a sus dueños y maltratadores. Incluso he llegado a ver en un circo de los que van por los pueblos jabalís bailando ataviados con tutú. Vuelta a la misma pregunta ¿quién es el “animal”?.
Y no sólo arremeto contra la tauromaquia, la caza o el entrenamiento y las condiciones que soportan muchos de los animales de los circos. Pienso que hay algunas tradiciones que deberían eliminarse. Cuando más de medio planeta se muere de hambre me parece insolente que en ciertos pueblos se dediquen a tirar y desperdiciar toneladas de tomates, por mucho que vengan de Extremadura, donde son menos costosos y se cultivan específicamente para esas fiestas, ya que no son de buen gusto para el consumo. Y como esta podría hablar de otras muchas salvajadas que hacemos hacia nosotros mismos.
Desde luego, no estaría mal que muchas veces aprendiésemos un poco de ciertas cualidades que tienen los animales y que en lugar de osos humanos, hubiese algún humano un poco más animalizado, de cualquier especie de animal.
Un saludo, cosas malas