lunes, 15 de febrero de 2010

HEROES ANONIMALES

Tras los días de tormenta llegan los resplandores. Tras las historias de la desolación, aparecen otras que aportan algo de luz entre tanta miseria. Tras unos días en que se ha bombardeado con la tragedia vivida en Haití, llegan noticias que enseñan la cara más amable y bonita de toda esta desgracia, y, aunque este oculta y en lo más profundo del fondo, la hay. Me explico: El otro día estuve leyendo la historia de Turco, uno de los perros que han utilizado los bomberos de Valladolid en las tareas de rescate de supervivientes. La historia es conmovedora. Os la resumo. Turco es un labrador al que su mal nacido dueño lo abandono en las playas de Tarifa en el verano del 2008. Tras vagar un tiempo sin rumbo, apareció en un campo de tiro, muerto de sed, desnutrido, lleno de pulgas y parásitos y con una pedrada en el hocico que le había proporcionado algún otro amante de los animales. Había hasta enmudecido y no sabia ladrar. Los militares que practicaban allí lo recogieron y una compañera destinada en Ceuta lo adoptó. Tras las inundaciones de Ceuta, la nueva dueña decidió mandarlo a casa de su madre en un pueblo de Valladolid donde el sobrino de una vecina, bombero de profesión, al ver a Turco corretear por el pueblo y olfatear todo lo que se ponía al alcance de su hocico, les propuso su adiestramiento como perro experto en salvamento en catástrofes. Su dueña accedió y tras meses de entrenamiento en los que Turco aprendió de nuevo a ladrar le llego su oportunidad de demostrar lo que había aprendido en todo ese tiempo. Esa oportunidad estaba en Haití y vaya si lo demostró: 18 vidas recuperadas de una muerte segura entre los escombros. Entre ellas, el niño de la foto. Su humanidad llega hasta el punto de que si encuentra un cadáver, esconde el rabo entre las piernas y agacha la cabeza. Es su señal de tristeza.
En estos días en los que esta en el candelero el tema de la ley de protección de animales, leer una historia como esta, me hace sentir que nos queda en este sentido mucho camino que andar y mucho que aprender de los animales.
Alguien dijo, creo que Gandhi, que la grandeza de una nación y su progreso moral se miden por como tratan a sus animales. Aquí en Iberia nos queda mucho por hacer. Yo voy un poco más allá. Pienso que si el más pequeño insecto de los que pueblan la tierra desapareciese, de alguna manera le afectaría al ser humano de tal manera que acabaríamos extinguiéndonos sin remedio en unos cuantos siglos, pero si desapareciese el ser humano seguramente al resto de los animales no les afectaría lo más mínimo. Es sólo un pensamiento para reflexionar.
Un saludo, cosas malas

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